recostado vas en la orilla de mi falda
anudando tus dedos en mi espalda,
alejando la futura despedida.
No queremos que llegue la partida
que derramen lágrimas esmeraldas
mejor pintame en el pelo una guirnalda
con flores que me oculten la salida.
Bajo los ojos y me quedo muda,
me agarro fuertemente a tu camisa.
y la lluvia de reojo me saluda.
Tu cuerpo me abraza de prisa:
mi alma está mojada y estornuda,
y se calienta arropada en tu sonrisa.
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