Con motivo de tan triste efemérides, se ha vuelto a repetir un sin fin de mentiras y de medias verdades. El mejor libro sobre la muerte del poeta granadino es el de Eduardo Molina Fajardo Los últimos días de García Lorca, (1983). Se basa en documentación de primera mano y en entrevistas a gentes que participaron más o menos directamente en el suceso. Es un libro erudito a la par que emocionante. Y veraz, que es lo más importante en una obra de Historia.
Por supuesto, no se puede justificar un crimen. Una de las falacias más repetidas sobre Lorca es que era apolítico. Molina Fajardo nos muestra fotocopiante notario de su afiliación a la masonería española donde tuvo el nombre simbólico de "Homero". También su afiliación a la sociedad de Amigos de la Unión Soviética en la que pagó las cuotas; y, finalmente, su ayuda al Socorro Rojo con importantes sumas, y su beca que estaba a punto de estrenar para ir a estudiar comunismo en Rusia el año 1936. Sus mítines en actos del partido socialista y del comunista. Y numerosos textos en que se define como izquierdista y marxista.
Otra mentira, que le mató la Falange; fue todo lo contrario. Agustín de Foxá —notorio falangista entonces— le aconsejó que se quedara en Madrid pues en una ciudad grande era más fácil pasar inadvertido durante una revolución; pero él quería a toda costa ir a Granada para estar con su familia. En Granada durante los primeros días del alzamiento se refugió en casa de los hermanos Rosales Camacho, falangistas; uno de ellos José "Pepininque" era el jefe de la Falange en Granada. Los Rosales se jugaron la vida por salvar a García Lorca. Fue un diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, quien lo sacó con la Fuerza Armada de la casa de los Rosales y lo llevó al fusilamiento en Viznar.
Según testimonio del poeta falangista Luis Rosales, Lorca esos días que estuvo en su casa de Granada, rezaba el rosario y ofreció dar sumas para el Movimiento Nacional. Lorca había nacido en el seno de una rica familia de agricultores, muy devotos y católicos practicantes, y no perdió nunca la fe. Lorca se quiso confesar pero, al parecer, no dió tiempo para ello.
Otra de las falsedades repetidas es que su fama era universal. En 1936 García Lorca era sólo conocido en algunos círculos intelectuales españoles, y su teatro no le dió a ganar ni para tomar café, y su poesía aún menos. Era de rica familia y vivió siempre del dinero que le daban sus padres. En sus andanzas con su teatro ambulante por los pueblos lo confundián con Federico García Sanchiz que sí era popular y de derechas por cierto.
Lorca era homosexual, pero discreto y no hacía en absoluto alarde de ello, y no le hubiera hecho ninguna gracia que se publicaran los llamados "poemas de amor oscuro" que divulgó en un diario Ansón, que puede ser su deudo pues el abuelo materno de Federico se llamaba Lorca Ansón.
Hasta sus 25 años fue completamente desconocido. Aunque con inteligencia y sensibilidad, estudió poco; sus calificaciones muy malas. Fue un buen poeta; pero comparándolo con otros de su generación queda detrás por ejemplo, de Gerardo Diego. Su lírica solía ser superficial. Su teatro aburriría a las ovejas. Fue un divertido músico, buen recitador, y amigo de sus amigos. Su muerte un crimen lamentable achacable al desconcierto de los primeros días del alzamiento en una ciudad aislada del resto de la España nacional como era Granada, y a manos de un cedista que pretendia hacer méritos ante el gobernador Valdés, y fue contraproducente.
Si Lorca no hubiera sido ejecutado quizá habría compuesto sonetos a la piedra con su amigo Ridruejo. Yo era un niño cuando su muerte, pero he sido muy amigo de amigos de Lorca como por ejemplo José María de Cossio, o Agustín Figueroa, marqués de Santo Floro. Mi tío carnal Rafael Figueroa Bermejillo, siendo estudiante de ingeniería en la Universidad de Columbia en Nueva York en 1927 coincidió en la residencia de estudiantes de esa Universidad con Lorca y se hicieron amigos. Mi tío el ingeniero, me repitió muchas veces que Lorca no parecía homosexual, condición que entonces ocultaba y estaba muy mal vista. Y que era muy simpático y cantaba bien flamenco.
Descanse en paz Federico García Lorca, señorito andaluz y poeta muy izquierdista, que, desde luego, no son títulos para ser condenado sin juicio. Fue una iniquidad y un error.
Alfonso Figueroa
Por supuesto, no se puede justificar un crimen. Una de las falacias más repetidas sobre Lorca es que era apolítico. Molina Fajardo nos muestra fotocopiante notario de su afiliación a la masonería española donde tuvo el nombre simbólico de "Homero". También su afiliación a la sociedad de Amigos de la Unión Soviética en la que pagó las cuotas; y, finalmente, su ayuda al Socorro Rojo con importantes sumas, y su beca que estaba a punto de estrenar para ir a estudiar comunismo en Rusia el año 1936. Sus mítines en actos del partido socialista y del comunista. Y numerosos textos en que se define como izquierdista y marxista.
Otra mentira, que le mató la Falange; fue todo lo contrario. Agustín de Foxá —notorio falangista entonces— le aconsejó que se quedara en Madrid pues en una ciudad grande era más fácil pasar inadvertido durante una revolución; pero él quería a toda costa ir a Granada para estar con su familia. En Granada durante los primeros días del alzamiento se refugió en casa de los hermanos Rosales Camacho, falangistas; uno de ellos José "Pepininque" era el jefe de la Falange en Granada. Los Rosales se jugaron la vida por salvar a García Lorca. Fue un diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, quien lo sacó con la Fuerza Armada de la casa de los Rosales y lo llevó al fusilamiento en Viznar.
Según testimonio del poeta falangista Luis Rosales, Lorca esos días que estuvo en su casa de Granada, rezaba el rosario y ofreció dar sumas para el Movimiento Nacional. Lorca había nacido en el seno de una rica familia de agricultores, muy devotos y católicos practicantes, y no perdió nunca la fe. Lorca se quiso confesar pero, al parecer, no dió tiempo para ello.
Otra de las falsedades repetidas es que su fama era universal. En 1936 García Lorca era sólo conocido en algunos círculos intelectuales españoles, y su teatro no le dió a ganar ni para tomar café, y su poesía aún menos. Era de rica familia y vivió siempre del dinero que le daban sus padres. En sus andanzas con su teatro ambulante por los pueblos lo confundián con Federico García Sanchiz que sí era popular y de derechas por cierto.
Lorca era homosexual, pero discreto y no hacía en absoluto alarde de ello, y no le hubiera hecho ninguna gracia que se publicaran los llamados "poemas de amor oscuro" que divulgó en un diario Ansón, que puede ser su deudo pues el abuelo materno de Federico se llamaba Lorca Ansón.
Hasta sus 25 años fue completamente desconocido. Aunque con inteligencia y sensibilidad, estudió poco; sus calificaciones muy malas. Fue un buen poeta; pero comparándolo con otros de su generación queda detrás por ejemplo, de Gerardo Diego. Su lírica solía ser superficial. Su teatro aburriría a las ovejas. Fue un divertido músico, buen recitador, y amigo de sus amigos. Su muerte un crimen lamentable achacable al desconcierto de los primeros días del alzamiento en una ciudad aislada del resto de la España nacional como era Granada, y a manos de un cedista que pretendia hacer méritos ante el gobernador Valdés, y fue contraproducente.
Si Lorca no hubiera sido ejecutado quizá habría compuesto sonetos a la piedra con su amigo Ridruejo. Yo era un niño cuando su muerte, pero he sido muy amigo de amigos de Lorca como por ejemplo José María de Cossio, o Agustín Figueroa, marqués de Santo Floro. Mi tío carnal Rafael Figueroa Bermejillo, siendo estudiante de ingeniería en la Universidad de Columbia en Nueva York en 1927 coincidió en la residencia de estudiantes de esa Universidad con Lorca y se hicieron amigos. Mi tío el ingeniero, me repitió muchas veces que Lorca no parecía homosexual, condición que entonces ocultaba y estaba muy mal vista. Y que era muy simpático y cantaba bien flamenco.
Descanse en paz Federico García Lorca, señorito andaluz y poeta muy izquierdista, que, desde luego, no son títulos para ser condenado sin juicio. Fue una iniquidad y un error.
Alfonso Figueroa
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