El Aleph es el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. Si todos los lugares de la Tierra están en el Aleph, ahí estarán todas las luminarias, todas las lámparas, todas las fuentes de luz.
El Aleph. Jorge Luis Borges
Este mes estamos celebrando en efemérides el nacimiento de Borges y de Cortazar y para empezar haremos un post sobre la obra de El aleph y su significado.
El 24 de agosto de 1899 nace el escritor argentino, Jorge Luis Borges, premio Cervantes,1979. Entre sus mejores obras están "Cuaderno de San Martín" (1929), "Historia Universal de la Infamia" (1935), "Ficciones" (1944), "El Aleph" (1949).
El Aleph es un cuento compuesto de varios cuentos cortos, y entre esos cuentos figura la composición de El Aleph, en donde en narrador es el mismo Borges y en el cual la drama se desarrolla tras la muerte de Beatriz Viterbo. La historia es misteriosa y fantástica.
El personaje Borges, todavía enamorado de Beatriz Viterbo, muerta en 1929, visita todos los años la casa de la amada. Allí, el antipático primo sufre las visitas del devoto amante y comparte con Borges su afición literaria. Carlos Argentino Daneri, el primo de Beatriz, muestra a Borges, en abril de 1941, unos pésimos versos de un ambicioso poema suyo que pretende representar el mundo entero, lo que da pie a una serie de comentarios irónicos y reflexiones sobre la escritura poética. Un día de octubre de 1941, Carlos comenta que la casa de la calle Garay iba a ser demolida y, lleno de angustia, lleva a Borges al sótano para mostrarle la verdadera razón de sus temores. Escondido entre los escalones, había un Aleph, un punto en el espacio que encierra todos los puntos, o, si se quiere, el lugar que permite ver todos los lugares simultáneamente. Pero Borges, después de contemplar el universo, decidió vengarse de Carlos actuando condescendientemente, como si no hubiese Aleph alguno y le estuviera siguiendo la cuerda a los desvaríos de su amigo.
El cuento terminaría ahí si no fuese por una posdata de marzo de 1943. En ella, el personaje Borges se burla de la oficialidad literaria y del Aleph mismo. Que la publicación de una selección de "Trozos Argentinos" por la Editorial Procusto le haya valido el Segundo Premio Nacional de Literatura a Carlos Argentino Daneri y que "Los naipes del tahúr" de Borges no lograra ni un solo voto, es la ironía final del desarrollo narrativo del tema de la literatura. Sin embargo, me parecieron más interesantes las dudas sembradas sobre la existencia misma del Aleph.
Borges, el personaje, afirma que el Aleph de la calle Garay es un falso Aleph, pero que él cree haber visto el verdadero en el centro de una columna de la mezquita de Amr, en El Cairo. Luego, termina esta puesta en crisis dudando incluso de la fidelidad de su memoria, incapaz de retener la visión del universo, incapaz de fijar la imagen misma de la amada Beatriz :
"¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz."
(Borges 1970, 79)
Este cuento les gustará, tal vez porque desde la primera lectura se entra en un mundo en el que existen objetos como el Aleph, pero este cuento es también, y principalmente, una historia de mezquindades.
“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación. Consideré que el 30 de abril era su cumpleaños; visitar ese día la casa la calle Garay para saludar a su padre y a Carlos Argentino Daneri, su primo hermano, era un acto cortés, irreprochable, tal vez ineludible. De nuevo aguardaría en el crepúsculo de la abarrotada salita, de nuevo estudiaría las circunstancias de sus muchos retratos, Beatriz Viterbo, de perfil, en colores; Beatriz, con antifaz, en los carnavales de 1921; la primera comunión de Beatriz; Beatriz, el día de su boda con Roberto Alessandri; Beatriz, poco después del divorcio, en un almuerzo del Club Hípico; Beatriz, en Quilmes, con Delia San Marco Porcel y Carlos Argentino; Beatriz, con el pekinés que le regaló Villegas Haedo; Beatriz, de frente y de tres cuartos, sonriendo; la mano en el mentón... No estaría obligado, como otras veces, a justificar mi presencia con módicas ofrendas de libros: libros cuyas páginas, finalmente, aprendí a cortar, para no comprobar, meses después, que estaban intactos….”. (leer mas en El Aleph.. )
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